jueves, 23 de junio de 2011

Capítulo 3 - Geología y Estratigrafía General - Antecedentes Geomorfológicos

Capítulo III

Geología y Estratigrafía general

3.1. Antecedentes geomorfológicos

Con motivo del IX Congreso Geológico Argentino, que tuvo lugar en la ciudad de San Carlos de Bariloche en 1984, se presentaron varios trabajos que conformaron el Relatorio de Río Negro y aportaron valiosa información para el conocimiento geológico del territorio provincial: Caminos y Llambías (1984), Cortés et al. (1984), Llambías et al. (1984) y Corbella (1984).

En general podemos decir que de las dos grandes unidades fisiográficas principales que muestra el territorio rionegrino, el área en estudio se ubica en la denominada Patagonia Extrandina, que se extiende aproximadamente desde el meridiano de 70º 30’ hasta el litoral atlántico.

De acuerdo a la división del país en provincias geológicas propuesta por Ramos (1999), el área bajo estudio en el presente trabajo está ubicada en el Macizo de Sumún Cura, que abarca más del 60 % de la provincia del Río Negro.

Observando las formas típicas que resultan del proceso geomorfológico dominante, se ve claramente en el modelado del relieve de su territorio una marcada preeminencia de los procesos exógenos sobre los endógenos. Si bien estos últimos pudieron inicialmente caracterizar la morfología básica de la parte sur de la comarca oriental, la misma soportó importantes modificaciones a fines del Cenozoico y en particular durante el Pleistoceno, como resultado de la influencia de procesos exógenos. (González Díaz y Malagnino, 1984).

Esta básica relación entre proceso y forma resultante, se observa también a lo largo de la costa atlántica, como consecuencia de un modelado derivado de la acción de las olas y las corrientes marinas. (González Díaz y Malagnino, 1984).

Siguiendo el criterio sustentado por estos autores que dividen a la provincia en tres grandes unidades geomórficas, el área de trabajo se situaría abarcando dos de ellas. Marginalmente, el Ambiente Litoral, y principalmente el Ambiente de Mesetas y Planicies, que a su vez lo subdividen en entidades menores. Estas son, en primer término, el Ambiente de Mesetas y Planicies, que conforma una extensa región de la parte oriental de la provincia del Río Negro como parte integrante de la Patagonia Extrandina, y los diversos rasgos geomorfológicos presentes en este ambiente, son aquellos que suelen ser generalmente considerados como propios de un relieve mesetiforme o “tabular”. El origen de estas geoformas es dispar, y si bien derivan de la influencia preponderante de la acción fluvial, es posible reconocer la marcada importancia que han tenido y tienen en su desarrollo las características estructurales preexistentes. Tal reconocimiento ha facilitado la subdivisión de estos ambientes en tres regiones nítidamente diferenciadas, caracterizadas al mismo tiempo por una unidad geomórfica de importancia regional (González Díaz y Malagnino, 1984).

En primer lugar encontramos la denominada Región Septentrional, que comprende una amplia faja norteña, caracterizada fundamentalmente por la monotonía y dominante presencia de los llamados “Rodados Patagónicos” o “Rodados Tehuelches”, cuyo origen y posición estratigráfica son aún objeto de discusión. Abarca desde los ríos Colorado y Negro al norte, con sus correspondientes valles y planicies aluviales al norte, hasta una traza de rumbo general NO – SE, que se extiende aproximadamente entre la localidad de San Antonio Oeste, en el sudeste y la de Cipolletti, en el noroeste. Siguiendo esta traza se ubica una serie de cuencas centrípetas Dentro de esta región se han reconocido un conjunto de entidades menores, tales como la denominada “Antigua Planicie Aluvial Disectada”, que cubre la mayor parte de la región analizada, mostrando una suave pendiente regional al este, inferior a los 10º, y una altura entre los 160 y 75 m. en el área en estudio. Con respecto a su origen, son varias las propuestas ensayadas: ha sido vinculada a depósitos glacifluviales , fluviales actualmente si bien su génesis aluvial es sustentada, se relacionan sus rasgos generalmente con superficies de erosión tales como terrazas fluviales y en algunos casos también con pedimentos (González Díaz y Malagnino, 1984).

Su superficie se halla cubierta por arenas y clastos sueltos de los llamados “Rodados Patagónicos” los que, en algunos lugares muestran los efectos del “pulimiento eólico” (ventifactos). Otras veces una cubierta arcillo limosa y/o arenosa enmascara el superficial manto de rodados.

Su regularidad general se ve interrumpida por la presencia de numerosos “bajos”, de variado tamaño y forma, que suelen mostrar su fondo ocupado por una laguna de carácter efímero, o por una salina. Algunos autores han definido esta geoforma como una “semillanura”, aparentemente en un sentido que literalmente se aproxima a la traducción castellana de “peneplanicie”. Esta consideración se aparta notablemente del verdadero origen de la planicie (agradacional).

Si bien la ubicación de los bajos no es regular, suele ser notable cierta orientación predominante de los mismos. Al respecto Sepúlveda (1983) señala que su orientación noroeste resulta por “efectos provocados por la tectónica cuartaria”, que originó resaltos del terreno “escasamente perceptibles”

Se pueden diferenciar bajos tipo “wannen”, de formas más o menos simétricas, con pendientes pronunciadas superiores al 3%, son de dimensiones mayores (hasta 3 Km.. de diámetro), llegando a originar formas compuestas (unión de 2 o más bajos) por “captura” o coalescencia de bajos adyacentes, a consecuencia del retroceso de las pendientes internas del bajo. Su fondo está cubierto por sedimentos finos (arcillas y limos) siendo lo suficientemente impermeable como para que se acumule agua en épocas de precipitaciones.

La vida de estos cuerpos de agua es normalmente efímera (semanas o meses). Su piso, duro e impermeable, corresponde al tipo de playas que Motts (1965) clasificó desde el punto de visto hidrológico, como con abastecimiento de agua exclusivamente superficial.

Existen otras depresiones de pequeño tamaño (algunas alcanzan 1 Km. de diámetro) y profundidades menores al metro, con pendientes inferiores al 1 %, que corresponden al tipo “Pffannen”. Se hallan desarrollados en su mayoría sobre un manto de grava, mostrando también una acumulación de depósitos finos como los anteriores. En ambos casos, los salitrales ocupan sus fondos en años secos. Otra irregularidad menor , que rompe la característica homogeneidad de la antigua planicie, son las cañadas poco profundas y de corto recorrido que suelen culminar en algún bajo. (González Díaz y Malagnino, 1984).

El régimen de los cursos responde casi exclusivamente al efímero, o sea una respuesta directa a las ocasionales precipitaciones y en cuanto al diseño, se identifica en el tipo dendrítico, que dada la notable abundancia de bajos, es posible señalar para el sector un diseño regional multicuencal, con localizado diseño centrípeto hacia esos mismos bajos.

Aparentemente la existencia de esta geoforma no solo estaría estrechamente relacionada con las condiciones climáticas del área, sino también con su composición sedimentaria.

La ausencia de un drenaje bien establecido se debe, entre otras causas, a las características de los materiales componentes, los conglomerados sueltos que los integran, se comportan como mantos muy resistentes a la erosión fluvial, ya que su fabrica abierta facilita la infiltración pluvial, reduciendo así el escurrimiento superficial, tan efectivo en el rebajamiento y modelado del relieve.

El área estudiada se ubica en la denominada “Antigua Planicie Aluvial” (González Díaz y Malagnino, 1984). Estos autores respetan la antigua división en “bajos mayores” y “menores”(Kiedel, 1917; 1919; en Methol, 1967).

En la zona de trabajo, de los bajos mayores solo se observa parcialmente el Bajo de San Antonio. Este se encuentra parcialmente invadido por el mar, fruto de una evolución compleja, en la que intervinieron además procesos erosivos de zona costera, los que habrían eliminado su aislamiento con respecto al océano Atlántico (Fidalgo y Porro, 1981). Su forma es asimétrica (35 x 20 Km.), mostrando su eje mayor una orientación O-E. Un elemento geomórfico secundario común en la depresión, son los pedimentos de flanco, estos se mantienen mejor conservados en la parte sur del mismo, coincidentes con la pendiente más tendida de la depresión, cosa que no ocurre al norte y al oeste por haber sido fuertemente erosionados.

Sepúlveda (1983) observa una serie de desplazamientos verticales en la Formación Arroyo barbudo y también un leve dislocamiento de la Formación Tehuelche (= Rodados Patagónicos), que siguen un rumbo regional definido. Esa dislocación, producto de movimientos tectónicos, constituyó por su irregularidad topográfica y su debilidad estructural, un lugar adecuado para concentrar la acción erosiva subaérea, facilitando así el establecimiento del “ germen”, para el ulterior desarrollo de un bajo. Fundamentaría además la orientación regional comprobada y tal vez explicaría aquel desplazamiento vertical observado por Sepúlveda (1984).

Otras propuestas, entre ellas aquellas que sugieren una variada participación de procesos, no pueden ser excluidas, hasta tanto se lleve a cabo un exhaustivo estudio de estas depresiones.

Malagnino y Gónzalez Díaz (1984) no desearon dejar de mencionar en su trabajo la interesante propuesta de Frye (1950), que se puede traducir literalmente como “infiltración diferencial de limo” (differential silt infiltration). Requiere una condición previa, que una capa superficial de aluvio, compuesta de limo, se apoye sobre gravas y arenas bien seleccionadas, pero poco consolidadas. El agua de lluvia percola a través de las grietas (desecación) desarrolladas en el limo las que alcanzan las gravas inferiores. El agua lleva consigo el limo a través de esos canales de acceso, hacia los intersticios de las gravas. Esa “infiltración” continuará en tanto los canalículos se mantengan abiertos o hasta que la permeabilidad de las gravas sea reducida e inhiba la “infiltración”. Este “lavado superficial” de limo hacia los niveles infrayacentes de gravas da lugar a una depresión pequeña superficial, cuya evolución dependerá de otros factores externos (meteorización, deflación, etc.).

La localización del “germen” inicial de este lavado por infiltración, puede resultar de excavaciones de roedores, descomposición de raíces, o por la acción antrópica.

Otra explicación para el desarrollo de un “germen” que posteriormente evolucione a un “bajo”, puede hallarse en Bull (1964). Este autor relaciona la extensa subsidencia “cercana a la superficie” (near – surface) observada en Fresno Country (California), con el agua de irrigación que percola a través de los sedimentos, en cuya composición participa la arcilla. Esta juega el papel de “ligante”, sirviendo de “sostén“ entre los granos que dejan espacios o huecos en los sedimentos de abanicos aluviales. El agua percolante debilita esa función y permite que se produzca la subsidencia superficial por compactación de los depósitos, que deriva de la sobrecarga de la cubierta superior e impuesta por dicho debilitamiento. La mayor concurrencia de agua se explicaría fácilmente con el cambio climático del pleistoceno (González Díaz y Malagnino, 1984).

Más conspicuos en el área son los Bajos Menores. Como ya se indicó, la Planicie Antigua Aluvial presenta numerosas depresiones de diverso tamaño y contorno regular. Con respecto al origen de las que aquí se tratan, existen diversas propuestas, como la de Groeber (1952), que establecía que estas formas resultan de la exaración glaciaria, vinculada a un englazamiento pedemontano, patagónico. Feruglio (1959), consideró que una gran parte de las cuencas cerradas patagónicas se deben a la acción eólica, a la que otros autores combinan con una meteorización previa o contemporánea. Para Frenguelli, (1957), el origen de estas depresiones es fundamentalmente tectónico, siendo luego ampliadas por deflación. Malagnino y González Díaz, (1984), consideran como origen más probable para algunos de los bajos observados el eólico (deflación), destacando el efectivo control estructural que en esta acción ejerce el hábito meganastomosado original y relíctico que tiene la Antigua Planicie Aluvial. En acumulaciones asociadas a este hábito, depósitos de gravas alternan con otros de granulometría más fina, que se disponen según canales alargados. Puede suponerse entonces que a partir del tiempo en que dicha planicie perdió su funcionalidad, actuó sobre ella la acción eólica, formando bajos en los sectores donde el material más fino favoreció la deflación. De esta manera podrían ser explicadas la forma alargada y el alineamiento que se observa en gran número de los bajos analizados.

No se descarta tampoco como origen de estos bajos, el que deviene del “sublavado” de Schiller, (1923). Esa “ substracción subterránea de material” por las aguas de infiltración, resulta ser semejante a lo que se conoce como el fenómeno de tubamiento (piping) y que da como resultado un relieve pseudokárstico caracterizado con hoyos por colapso, ríos ciegos, etc.. Esta situación pudo darse en determinados estratos de los Rodados Patagónicos o en su general subyacente “rionegrense”. De esta forma los materiales finos desagregados por las aguas que circulaban a niveles más profundos, facilitando así la remoción de partículas sólidas en suspensión. Esta agua turbias habrían alcanzado la superficie sobre las márgenes recortadas de la planicie, en los fondos de las cárcavas profundas o cañadones. Tal sustracción de material habría conducido posteriormente al colapso del techo situado sobre las áreas afectadas (González Díaz y Malagnino, 1984).

Cabe agregar finalmente, que tanto en el caso de un origen eólico como en el que se acaba de indicar, la posterior ampliación y remodelación de estas depresiones se vería favorecida por el efecto combinado de meteorización, deflación, acción hídrica y deslizamientos.

Meseta de Somuncurá Es una extensa planicie lávica, donde alternan sectores prácticamente llanos con otros más ondulados. Su gran extensión regional, que se aproxima a los 25.000 Km. ², se ve interrumpida por cuencas endorreicas (bajos) cortada en sus bordes por largos cañadones y barrancos y aisladas elevaciones, siendo estas últimas en su casi totalidad de naturaleza volcánica.

Su superficie se levanta lentamente desde las abruptas márgenes, su monótono paisaje es roto por aparatos volcánicos sobrepuestos, algunos con alturas superiores a los 1.500 m.. La petrografía de los mismos varia entre básica y traquítica, con diversas estructuras de emplazamiento y estados de erosión.

Material de naturaleza basáltica se distribuye irregularmente sobre su superficie. Sus componentes clásticos, de tamaño muy irregular, muestran bloques de hasta un metro de tamaño y un peso entre 5 y 200 Kg. (Croce, 1956). Su origen debe relacionarse con el proceso de meteorización física o desintegración mecánica de la roca, debido al fenómeno de congelifracción que llega a ser de importancia en determinadas épocas del año. La fracción más fina alcanza el tamaño de las arenas, las que en general constituyen montones transportados y acumulados por la acción eólica.

La meseta en su mayor parte está marginada por empinadas escarpas de erosión donde se localizan fenómenos de deslizamientos (particularmente de asentamientos) y caídas de rocas. Asimismo los cañadones que desde el área mesetiforme ingresan a la zona marginal topográficamente más alta, muestran por lo general en ese tramo la mayor profundidad, en algunos lugares cercanas a los 100 metros.

Se deja establecido que en la “consumisión” (sic) del relieve de las planicies basálticas, se hace notoria la preeminente acción erosiva de los deslizamientos, a pesar de reconocer la inmediata influencia de la acción fluvial (socavamiento lateral de los valles), acción de los surcos (rills) en la base de las escarpas de erosión, etc.

Otro de los factores que contribuyen al aspecto sumamente recortado que muestra el borde de la meseta, lo imprimen las amplias escotaduras y ensenadas, conocidas localmente como “rincones”. Algunos de ellos, algunos de ellos podrían ser el resultado de la pérdida del aislamiento de un bajo previo, por el retroceso de las pendientes; esto provoca también el aislamiento de algunos sectores de la planicie basáltica, dando lugar a “montes testigo” (testigos exteriores), testimonio de su mayor extensión anterior. En su mayoría se expresan en mesillas y pedestales (buttes).

Las mayores irregularidades con forma de extensas digitaciones se localizan en el borde norte de la meseta, coincidiendo con el extremo occidental del área en estudio, donde angostas proyecciones basálticas de desarrollo superior a los 50 Km. se aproximan hasta la Ruta Nacional 23. Se ha interpretado esta geoforma como el resultado de un progresivo desmembramiento de la previa homogeneidad de la meseta en esa parte, iniciando a lo largo de ejes representados por los cañadones, conjuntamente con la paulatina expansión de las pendientes laterales, sugiriéndose también que este aspecto puede ser el resultado de una inversión de relieve, a partir del encauzamiento de las coladas lávicas que avanzaron hacia el norte, en valles de rumbo general norte sur, elaborados en depósitos terciarios friables. (González Díaz y Malagnino, 1984).

Un perfil de la sucesión volcánica que integra la meseta, muestra la disposición alternada de lavas y piroclastos, con predominio de los primeros que apoya en parte sobre un relieve regular, integrado fundamentalmente por tobas y cineritas oligocenas de la Formación Sarmiento; ese relieve previo era muy similar a una planicie estructural. En menor proporción sobreyace directamente sobre la superficie peneplanizada de la Formación Marifil.

Ambiente Litoral La faja de rivera y costa aquí analizada, donde se ubica el balneario de Las Grutas, es en general poco recortada, y su aspecto más destacado lo constituye la presencia de acantilados marinos. Es una típica costa de erosión, donde al pie de los extensos acantilados se observa una plataforma de abrasión marina (restingas). En general están labrados sobre vulcanitas.

En la Bahía de San Antonio de observa una extensa llanura de mareas, que es una cuenca de acumulación de sedimentos finos. Estos ingresan a la Bahía cuando se produce el cambio de mareas, y la colmatan en una gran parte de la misma, por lo que actualmente es un llanura de barro intermareal sobre la cual se ha instalado una densa y ramificada red de canales de marea. Algunos de estos pasan a ser continuación de canales fluviales. La Bahía de San Antonio no es el resultado de agentes marinos exclusivamente, sino que tiene su origen en un bajo generado en ambiente continental, posteriormente invadido por el mar, cuando el acantilado activo que lo separaba, retrocedió (González Díaz y Malagnino, 1984).

Entre el Balneario de Las Grutas y la localidad de San Antonio Oeste se observan depósitos eólicos en las áreas costeras. Se agrupan en forma discontinua, y los hay estabilizados y móviles. Los primeros son médanos parabólicos que pasan a médanos en horquilla; mientras que las formas activasen se presentan en general como médanos transversales tipo “barjan”.

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